Mi historia con el Yoga:
El yoga empezó formalmente en 2016. digo formalmente porque mi primera clase fue unos años antes pero un accidente me alejó de la práctica hasta Fuen en Mayo de 2016 cuando considero que empezó mi práctica actual. Estaba en NZ y tenía tiempo y un cuerpo demasiado rígido y frágil por muchas horas de esquí.
Empecé con una app pero recuerdo que ya en la primera semana me di cuenta de los cambios en mi consciencia corporal, mi flexibilidad y coordinación y una agradable estabilidad mental. Algo me decía que el yoga había llegado para quedarse.
Recuerdo a Luca y Flo (mis «hommies» de entonces) desayunando medio dormidos con su compañero de piso «haciendo posturas raras en el salón», y la sensación de expansión al terminar la práctica. La práctica siguió con mi compañera virtual hasta que volví a Barcelona, donde gracias a la recomendación de una amiga empecé a practicar con Tito, mi primer profesor «de verdad».
Era rocket-ashtanga y me enganché aun más. en pocos meses empecé a practicar en casa la 1ra serie de ashtanga.
Madrugones 4 días a la semana y dos tardes de clase con Tito impulsaron mi práctica en poco tiempo. Abierto y fuerte, tanto físicamente como mentalmente. Estaba cultivando mi bienestar desde el yoga.
A los pocos meses empecé a practicar sólo Ashtanga con Tato (sí, pasé de Tito a Tato) en Gavà. Hacía con ellos la 1ra serie adaptada 1 vez a la semana mientras practicaba en casa prácticamente cada día.
Fue en el savasana (postura final de la práctica donde te estiras boca arriba para que lo removido se integre y te llenes de calma y vitalidad) donde me vi como profesor de yoga (me doy cuenta que como en el coaching me inspiré con alguien). Al salir de clase le pregunté a Tato donde me podía formar como profesor, o al menos profundizar en mi práctica y las otras fases del yoga según Patanjali (el yoga como lo solemos conocer es solo «asana/postura» pero hay 7 fases más, como el pranayama o la meditación). «Pep tienes que ir a India, con Kamal, quien fue mi profesor» me dijo.
Mi Aries y mi pasión por la práctica compraron los billetes en menos de un mes para viajar a 5 meses vista.
India fue muy potente y me empapé de concocimiento y experiencias en TattvaYogaShala con Kamal y su equipo.
Al regresar (2017), empecé a dar clases a amigos, por lo tanto mi etapa como profesor.
Del 2017 al 2021 seguí dando clases presenciales y online hasta que en 2021 dejo de ser empleado para ser freelance. El motivo, poder dedicarme en exclusiva a enseñar yoga y llevar procesos de coaching.
Es en Junio de 2021 cuando empiezo en Ommbû el primer centro en el que doy clases. Empecé con Rocket y Ashtanga para luego “atreverme” con Hathta, Vinyasa e Yin.
Fue en ese mismo año que hice dos trainings más, Rocket y Yin.
Pronto empezaría a dar Rocket en Yogamaresme, centro en el que sigo dando clases a día de hoy.
A finales de 2022 cierra Ommbu donde doy la mayoría de mis clases. Toca salir a buscar shalas o salas donde llevar mi proyecto.
Me decanto por mi espacio, en este caso la sala del proyecto A la font, en Mataró, donde doy actualmente Ashtanga y Rocket.
Hoy día sigo dando clases en varios espacios, clases suaves, clases con espacio para la dificultad y yin.
Mi acompañamiento o el “holding the space” ha cambiado mucho desde mi primera clase en 2017. Soy menos rígido y confío más en el criterio del/la practicante.
Me gusta pensar que cada día soy más orgánico y estoy más satisfecho con lo que ofrezco en mis clases.
Volviendo a mi práctica como practicante (especifico esto porque considero que cada clase es mi práctica como profesor), ha variado también muchísimo y también tengo más confianza en mi. Busco que mi práctica me sirva y no que esté al servicio de mi práctica.
Hoy día mi práctica es un espacio que no depende tanto de las posturas, tiempo o frecuencia con la que practico sino en estar para mí, conmigo y para conectar desde mí al todo.
Pero Pep que hace que sigas prácticando?
Pues muchos factores, comparto algunos:
– Es mi espacio privado e irrepetible.
- Creo que hoy me cuida y me prepara para el día a día.
- Me recuerda que soy un eterno aprendiz, y eso alivia presión externa en el día a día.
- Me conecta con lo sagrado (dedidcaré un post en el futuro a esto).
- Me recuerda que soy libre y que puedo (hacer lo que esté en mis manos).
- Me haces sentir vivo (a veces me divierte, otras me frustra, otras me cura y otras (pocas por suerte) me daña, y la más importante de todas:
- Me hace sentir mejor que cuando empecé cada vez que practico, casi siempre.
Si has llegado hasta aquí te invito a reflexionar sobre el “para qué practicas”, qué esperas de tu maestro/a, qué quieres ofrecer tú cómo maestra/o si lo eres y qué es para ti entonces una buena práctica (de asana).
Si no practicas te animo a probar. Si practicas te invito a honrar la práctica y tu camino.
Feliz práctica, feliz vida.